¡Qué movida!
El tiempo es la cuarta dimensión que los artistas cinéticos buscan incluir en sus obras, concebidas como un proceso dinámico que requiere la participación del espectador y su movimiento.
La propuesta educativa se diseña para que los alumnos trabajen autónomamente por la exposición, guiados por un motivador juego de pistas a través del cual construyen su conocimiento. Las obras incluidas en el recorrido manifiestan de diferentes modos hasta qué punto el movimiento ha sido materia de investigación artística: algunas piezas incorporan el movimiento real del objeto, otras se consideran transformables (es decir, requieren del movimiento del espectador para activarse), y otras, si bien son estáticas, crean la ilusión óptica del movimiento.
En la posterior fase de creación en el taller, los alumnos, inspirados en la obra de Jean Tinguely Dernière collaboration avec Yves Klein de 1988, construyen una pieza motorizada que provoca y demanda la participación del espectador, utilizando para ello pequeños electrodomésticos (batidora, ventilador, secador de pelo, linternas, etc.) y otros objetos rescatados del entorno cotidiano.