Zona de mestizaje. Cine y vídeo de artistas belgas
Circunstancia que, sin duda, constituye un reflejo y un síntoma de la compleja realidad histórica, política y cultural de este pequeño país que, desde su fundación en 1830, encarnó el compromiso de neutralizar los conflictos territoriales entre las potencias adyacentes: Alemania, Inglaterra, Francia y Holanda. Escenario del histórico enfrentamiento entre los mundos latino y germánico, Bélgica también es un espacio caracterizado por una rica hibridación cultural en la que la aparición de figuras como René Magritte, Marcel Broodthaers o Panamarenko no puede considerarse fruto de la casualidad.
Los artistas de cine y vídeo belgas han creado su propio espacio en ese contexto de diversidad cultural. Ante la ausencia de un lenguaje común o de códigos establecidos, la historia de la voluntariosa e innovadora producción belga se ha escrito con nombres propios de procedencia diversa. Mientras que el cine y la televisión acataban las convenciones y las reglas de juego concernientes al contenido y a la forma, el vídeo y el cine artístico se convirtieron en tierra fértil para el cuestionamiento de los fundamentos estéticos e ideológicos de la imagen obviando parámetros externos, antecedentes históricos u orientaciones culturales y académicas. Los trabajos seleccionados en este ciclo no constituyen más que una pequeña sección transversal que tiene por objeto ilustrar el universo particular e inalienable de cada uno de los artistas representados.
El eclecticismo y la fusión con otras disciplinas aúnan la pluralidad de obras que constituyen el programa. Mientras que los hermanos Theys modernizan la Gesamtkunstwerk wagneriana con su interpretación de Las Walkyrias, Stefaan Decostere (Kortrijk, 1955) introduce un caballo de Troya en un medio de comunicación de masas como es la televisión; Thierry De Mey (Bruselas, 1956), Eric Pauwels (Amberes, 1953) o Antonin de Bemels (Bruselas, 1975) buscan trascender los límites genéricos a través del diálogo entre la cámara y la danza, mientras que otros artistas se relacionan con la tradición de la performance, la arquitectura y el urbanismo, dinamitando los códigos en desuso. En un mundo en el que las experiencias tienden a la homogeneización y la masificación, la singularidad y el nomadismo que estos artistas representan, constituyen un potente factor de renovación.