Sala 001.07
La acción colectiva Carrying surge de un taller impartido por Pepe Espaliú en Arteleku, Donostia, en 1992. En ella, parejas de amigos, artistas y activistas llevaron en brazos convertidos en muletas, por turnos correlativos, a Espaliú, infectado por el VIH. Sin llegar nunca a tocar el suelo, el artista recorrió las calles del centro de la ciudad, mientras sus acompañantes lanzaban pasquines al aire: «una acción en el sida», cargada de simbología poética, que amalgama la religiosidad popular de la Semana Santa andaluza, la recuperación del happening de los años setenta y la lucha activista.
Carrying fue concebida como una «escultura social», abierta a su repetición por otros colectivos en cualquier otro lugar, siempre que se respetasen el esquema y las características formales y visuales del proyecto. En esta repetición se cumpliría el propósito de difundir lo que se consideraba un acto de solidaridad con los afectados por el sida. El 1 de diciembre de ese mismo año, Día Internacional de esa enfermedad, el Museo Reina Sofía organizó la que fue la única repetición con Espaliú, antes de su fallecimiento. Se constituyó la llamada The Carrying Society, compuesta por artistas, amigos del autor e instituciones como el propio Museo, promotor del acto. El recorrido escogido por las calles de Madrid estaba cargado de simbología con la intención de denunciar la indolencia de las nuevas instituciones democráticas hacia los que sufrían esa dolencia. Partió del Congreso de los Diputados, hizo una parada en el Ministerio de Sanidad y finalizó en el Museo, cuyo edificio fue antes un hospital. Si bien la «escultura» de San Sebastián tuvo un carácter más íntimo, en el Carrying de Madrid participaron reconocidas personalidades de la cultura y la política, por lo que despertó un enorme revuelo mediático. Este hecho dio gran visibilidad a la acción artística y a la lucha activista, que caló incluso en los sectores más conservadores de la sociedad.
Para esta función participativa, Espaliú diseñó una camiseta y un pin de plata, con cuya venta se pretendía recaudar fondos para asociaciones dedicadas al cuidado de enfermos terminales, como BASIDA. Esta práctica de acciones artísticas con implicaciones benéficas se repitió en otros muchos contextos a lo largo de la década, como se puede ver en la Hucha Elisabeth Taylor, diseñada por Toni Socias en 1992.
Las demandas de diferentes organizaciones vinculadas a la lucha contra la pandemia del sida y la concienciación social ante esa enfermedad, entonces casi una condena de muerte, fueron numerosas durante la década de los noventa en España y, especialmente, en Madrid. Tuvieron especial protagonismo los colectivos Radical Gai y LSD, que lograron dar visibilidad a sus reivindicaciones con un intenso activismo basado en distintas vías de expresión, como las acciones en el espacio público, la creación de fuertes vínculos sociales o la utilización de medios impresos. Muchos de estos materiales integran hoy el llamado ¿Archivo queer?, conservado en este Museo y de los que se exhibe una selección en la muestra.