Los Encuentros de Pamplona (26 junio - 3 julio, 1972) constituyeron el punto de inflexión en el devenir artístico nacional en los últimos años del franquismo, además de señalar el fin simbólico de la etapa de dominio de la pintura informalista y la abstracción, asumida y utilizada por la política cultural oficial.
Los Encuentros surgieron como una iniciativa privada de apoyo a la creación musical contemporánea, patrocinada por la familia Huarte: la organización de un evento musical por parte del grupo Alea (Luis de Pablo y José Luis Alexanco), el proyecto enseguida adquiere dimensiones de un festival internacional en el que tienen cabida las nuevas manifestaciones artísticas, poéticas y cinematográficas. Además, se apuesta porque sean los propios artistas quienes lo ideen y diseñen.
De marcado carácter documental, esta exposición quiere reconocer a su lugar en la historia del arte español contemporáneo. Siguiendo la fórmula francesa del “arte en la calle”, la ciudad entera se transformó en gran escenario, activando los espacios públicos y en laboratorio de ideas, donde más de trescientos cincuenta artistas -coordinados por el profesor Ignacio Gómez de Liaño- presentaron sus propuestas fuera de los cánones y de las instituciones que regulan la creación, buscando involucrar al espectador y viandante. A este respecto, logran especial protagonismo las cúpulas neumáticas del arquitecto José Miguel de Prada Pool, como espacio simbólico de reunión y acción artística.
Los Encuentros ponen de manifiesto la existencia de una regenerada vanguardia nacional que mantiene estrechos vínculos y comparte intereses estéticos y estilísticos con las nuevas corrientes internacionales (Fluxus, Situacionismo, videoarte, Arte de acción y happening), lo cual se advierte en la respuesta y presencia de artistas, músicos e intelectuales como: John Cage, David Tudor, Steve Reich, Silvano Bussotti, la bailarina Laura Dean o Dennis Openheim. En todos los participantes prima una actitud experimental, que por ejemplo se hace patente en las presentaciones de música concreta y electroacústica. Asimismo, se da una voluntad de “mestizaje abierto a la abolición de fronteras entre campos creativos y tradiciones culturales”, en palabras de Fernando Huici, comisario de la exposición junto con Fernando Francés. Así -como recuerda Alexanco- no sólo se pretende “hacer convivir a los sentidos”, sino también “mezclar la vanguardia con lo tradicional, lo plástico con lo sonoro” favoreciendo lo multicultural. Ello se pone de manifiesto en: las danzas de Kathakali de Kerala; el trabajo del músico vietnamita Trân van Khê; los conciertos Zaj; la actuación de Diego el del Gastor, o la de los hermanos Arze con la autóctona txalaparta. Además, esta convivencia con lo heterogéneo toma cuerpo en la forma en la que la ciudad integra las distintas piezas de Isidoro Valcárcel Medina y el Espectador de Espectadores 1972, de Equipo Crónica.
Datos de la exposición
Obras de la Colección incluidas en la exposición
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