La Colección Banco Santander de obras de José Gutiérrez Solana (Madrid, 1886-1945) abarca el periodo más fecundo de su vida artística, entre los años veinte y su exposición en la galería Gazette des Beaux-Arts de París, celebrada en 1938.
Los doce lienzos de esta exposición constituyen un catálogo de los motivos iconográficos más habituales y característicos de Solana, que forman su personal imaginario: tipos populares, escenas de carnaval o representaciones de corridas de toros, entre otros. Lo mismo ocurre con las señas de identidad de su estilo y producción pictórica, que se fundamentan en el dramatismo y generan una visión pesimista de la realidad y de la condición humana. Al poner el acento en los aspectos sórdidos, lo trágico o lo macabro, Solana asume el tremendismo como su categoría estética definitoria.
Como señala María José Salazar, comisaria de la exposición, el Solana pintor deja siempre entrever en sus lienzos al Solana escritor. La carga literaria de sus cuadros, procede tanto de escritos propios como de sus contemporáneos, entre los que destaca Ramón Gómez de la Serna. El artista transforma los textos en estampas y traducciones gráficas de unos relatos populares y costumbristas.
El conjunto de obras de Solana −reunidas a partir de los años sesenta por el Banco Santander−, se inicia cronológicamente con Chulos y chulas (1906), un repertorio de cabezas y rostros que describe más tarde en su libro Madrid. Escenas y costumbres (1913), en el capítulo titulado Baile de chulos en las Ventas. El cuadro La peinadora barata (1918) incluye algunos de los motivos más recurrentes por parte de Solana, como son los maniquíes y el espejo. Los retratos en grupo tienen un lugar destacado en su producción, en ellos despliega un amplio registro de fisonomías, como se advierte en El Lechuga y su cuadrilla (1915/1917-1932), al tiempo que plantea atmósferas especialmente asfixiantes, como en La vuelta del indiano (ca.1924).
El tema de la muerte está presente de modo explícito o implícito en toda la pintura de Solana, como en El desolladero o patio de caballos (ca.1924), El bibliófilo (ca.1933) o El arrastre (ca. 1936), obras con una paleta dominada por colores como el negro, rojo o azul, junto al blanco ennegrecido.
Solana recupera temáticas presentes en la tradición pictórica española, como el carnaval, en Máscaras con burro (ca.1932), la iconografía barroca de la vanitas en El espejo de la muerte (ca. 1929) o a las interpretaciones renacentistas sobre el triunfo de la muerte y el pecado en El triunfo de la muerte (1932). De este modo, la pintura de Solana se convierte en la prolongación plástica de la España del 98 y en la materialización del fatum romántico, el destino fatal que condiciona a la sociedad y cultura española.
Datos de la exposición
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