Joan Miró (Barcelona, 1893 - Palma de Mallorca, 1983) siempre se consideró fundamentalmente pintor, a pesar de ser autor de una producción artística muy extensa y variada. El impacto recibido por las clases del pintor Francesc Galí fue el motivo fundamental por el que accedió a la escultura a través de la noción de objeto. Este punto de referencia obligado en su obra (también pictórica) será sometido a deformaciones, cambios de significación e introducción en nuevos contextos.
La tridimensionalidad aparece en su obra en 1928 y le lleva a realizar una serie de cuadros objeto. Con Personaje (1931), considerada su primera obra en volumen totalmente desvinculada de la pintura, se anticipa a lo que será el conjunto de su escultura en bronce. Pero no será hasta 1944, a raíz de su colaboración con el ceramista Josep Llorens Artigas (fruto del cual es su producción de cerámicas próximas a las esculturas modeladas) cuando reanude el trabajo escultórico. A partir de este momento tomará partido por una escultura basada en el ensamblaje de objetos encontrados, dejados en un principio en estado natural, pero que hará fundir sistemáticamente en bronce a partir de la década de los sesenta.
Miró transmite con asombrosa sencillez a través del juego y la ironía. Conecta con lo ínfimo, lo insignificante, lo sagrado -que no sobrenatural- tratando a los personajes y objetos como pertenecientes a una galaxia mágico-religiosa. Los colores vivos que emplea, influenciados por la policromía románica y la herencia de Gaudí, dejan paso en ocasiones a un acabado brutalista que pone en evidencia el lado más material de las obras.
Esta exposición antológica comisariada por Gloria Moure, se presenta dividida en cinco apartados, uno histórico y cuatro referentes a temas plásticos específicos: “El encuentro con la tridimensionalidad”, “Signo y textura”, “Escultura y color”, “Monumentalidad y paisaje” y “Configuración residual”. En ellos se reúne un total de ciento cuatro esculturas, acompañadas de sesenta dibujos inéditos, bocetos y dibujos preparatorios para las esculturas. Esta exposición coincide con otras dos grandes muestras dedicadas al artista en 1986, una de ellas en Zürich y otra en Canadá en base a la colección de la Fundación Maeght.
Junto a esculturas con marcado componente lúdico, como Monsieur, Madame (1969); se exponen otras en las que el tótem juega un papel protagonista, como en Personnage (1974). En su gran mayoría, las esculturas de Miró poseen una intención monumental, un deseo implícito de ser ampliadas y de ser expuestas al aire libre. Projet pour un monument (1972) se muestra acompañada de un fotomontaje que agranda y sitúa la escultura en la entrada del Museo de Arte Moderno de Los Ángeles.
Para esta exposición en el Centro de Arte Reina Sofía también se han seleccionado fotografías, bocetos y maquetas de la experiencia escenográfica de Miró para Jeux d´Enfants en 1932 (la segunda experiencia de este tipo realizada por Miró tras la tumultuosa colaboración con Max Ernst en Romeo y Julieta en 1926), una ballet en el que los juguetes de un niño cobran vida en una suerte de bestiario objetual. Una experiencia que constituye un punto culminante para explicar el desarrollo escultórico posterior de Miró.
Datos de la exposición
Fundació Joan Miró, Barcelona (26 enero - 29 marzo, 1987); Museum Ludwig, Colonia (abril - junio, 1987); Frankfurt
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