La figura del minotauro, mitad hombre, mitad toro, aparece en múltiples ocasiones a lo largo de la trayectoria artística de Pablo Picasso (Málaga, España, 1881 - Mougins Francia, 1973). Según el mito original, este extraño animal nace del encuentro entre un toro y Pasifae, esposa de Minos. Al enterarse éste de la aventura de su mujer, ordena a Dédalo que construya un laberinto donde hacer prisionero al minotauro, que es finalmente asesinado por Teseo.
No obstante, Picasso crea otras leyendas en torno al minotauro que han llegado a conocerse a través de su compañera, la pintora Françoise Gilot. Para él, los minotauros son ricos habitantes de la costa de Creta. Sus casas, repletas de obras de arte y mujeres bellas, albergan a menudo reuniones festivas que terminan en orgías, en las que hacen felices a las mujeres con las que mantienen una relación de sentimientos encontrados. Los domingos, los minotauros encuentran la muerte a manos de gladiadores griegos.
Esta exposición del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía reúne prácticamente la totalidad de las obras referidas a esta figura mitológica, de gran trascendencia en el universo creativo del artista. Un total de setenta obras, divididas en cinco secciones, repasan desde la primera aparición del minotauro en 1928, -inicio del periodo de plenitud en la producción global de Picasso, que se prolonga hasta 1937- hasta las últimas representaciones de 1958, en las que el minotauro reaparece libre de la carga teórica anterior, tras la experiencia del Guernica.
Tal y como afirma Picasso, el minotauro es la línea que conecta los diversos itinerarios recorridos por él a lo largo de los años, un alter ego del artista, como lo es el arlequín durante la época rosa. En la iconografía picassiana se suma la vertiente mitológica a la tradición taurina española, muy arraigada en la obra del artista cuando el minotauro hace su aparición.
La exposición, planteada en orden cronológico, comienza con los primeros dibujos y collages, donde el minotauro se representa como una cabeza de toro, entre dos grandes piernas en actitud de correr. La portada de la revista bautizada por André Masson y Georges Bataille como Minotaure y encargada a Picasso en 1933, así como la serie de grabados en los que el minotauro lleva una daga en sus manos, suponen el inicio de la iconografía definitiva del monstruo. A continuación aparecen los grabados de la emblemática Suite Vollard, donde el tema se desarrolla en toda su extensión, y el minotauro participa de la vida en el estudio del escultor, representado por Picasso. Dentro de una serie realizada entre finales de 1933 y mediados de 1934, aparece la obra considerada como precedente directo del Guernica, donde se produce un violento encuentro entre el minotauro y el caballo. Se presenta a continuación la serie de diez escenas, donde Picasso condena al minotauro a padecer la ceguera como castigo, y la denominada Minotauromaquia (1935), otro de los antecedentes claros del Guernica. El conjunto de representaciones finales del minotauro de 1936 y 1937 junto con las obras de 1958, cierran la exposición, en la que se advierte la importancia de esta iconografía a lo largo de la producción del artista.
Datos de la exposición
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