Richard Serra

28 enero - 29 marzo, 1992 /
Edificio Sabatini, Planta 0

La escultura en el siglo XX encuentra en Richard Serra (San Francisco, 1938) a uno de los artífices de la recuperación de sus valores consustanciales: el peso, la masa, la monumentalidad y la voluntad de permanencia; al tiempo que con sus presupuestos escultóricos propone la consideración activa del espectador y formula una necesaria relación entre escultura y espacio. 

Serra aparece en el escenario artístico neoyorquino de finales de los años sesenta y se sitúa próximo al minimalismo y a los nombres de Carl André y Sol Lewitt, aunque pronto da pruebas de querer “escapar de la teoría de la buena forma (y de la oposición figura-fondo en que ésta se basa)”, como señala le crítico e historiador del arte, Yves-Alain Bois. En sus primeros trabajos se interesa por las posibilidades plásticas de materiales crudos y pocos usuales (caucho, neón, cuero, plomo) apreciables en obra como Belts (1966-1967). En estas obras, por su concepción y disposición, pone de relieve su rechazo a la práctica escultórica sometida a la dictadura del pedestal (que conlleva a una escultura estática y con un único punto de vista central), postura que ahonda en sus posteriores trabajos, al proponer la transitividad como una cualidad intrínseca de sus esculturas. Este es el caso de Walzstrasse I (1983), al plantear una escultura cuyo principal objetivo es redefinir el espacio en el que es emplazada y, además, intervenir en la experiencia espacial del espectador y abocarle a una comparación de proporciones.

Para esta exposición, la primera retrospectiva de este artista en el contexto español, el propio Serra se ha encargado de la selección de las dieciséis obras de las que se compone, las cuales han sido realizadas entre 1966 y 1989. No obstante, cabe señalar que algunas de las esculturas han sido producidas a partir de proyectos anteriores, teniendo en cuenta las características específicas del espacio de exhibición. Más que una retrospectiva en sentido estricto, la exposición ofrece la posibilidad de constatar el desarrollo del concepto escultórico de Serra, así como el vocabulario formal en que se fundamenta. Además, la exposición pone de manifiesto al menos dos aspectos primordiales del trabajo de Serra en relación al espacio. En primer lugar, asume éste como un factor generador, no solamente condicionante de la obra (dimensiones, disposición, composición). En segundo lugar, distingue la obra del espacio arquitectónico (pues la escultura se convierte en una presencia transitable), a la vez que lo requiere como contexto de la obra y modifica la experiencia que el público pueda tener de él.

Obras como Plunge (1983), T-Junction (1988) y Anvil (1988) ilustran esta noción de ocupación y desarrollo espacial de su escultura, así como el predominio de la verticalidad. Esto responde al hecho de que Serra trabaja sus obras a partir del alzado, y no de la planta, y defiende que sus piezas han de ser vistas desde arriba. A este respecto, el propio escultor declara: “cuando uno construye una obra que pesa 100 toneladas tiene que someterse a determinados códigos”.

Datos de la exposición

Organización: 
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Lunwerg Editores
Comisariado: 
Richard Serra e Ilva Rouse
Artistas: