Frente a los discursos de la rama femenina de Falange, Isabel Oliver lleva a cabo a principio de la década de los setenta una serie de pinturas feministas, La mujer (1970-1971).
Quizá la más cercana estilísticamente al pop valenciano de Equipo Crónica; en ella criticaba con ironía la carencia de conciencia feminista de la mayoría de españolas, de la cual es un ejemplo Feliz reunión (1971), así como la alienación sufrida al intentar alcanzar la imagen sublimada que se propagaba desde los medios de comunicación de masas.
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